Canción para mi madre Se la dedico a todas las madres de los sacerdotes. Esta canción surgió con ocasión de la misión de Ecuador Guayaquil, en mi primer año de evangelización. Allí es muy apreciado el día de la madre y le salen a dar serenatas por la noche en sus casas; faltando una semana para el día de ellas; se me acercó un joven llamado Javier, y me preguntó ¿Cuál canto iva a ofrecer a las madres para su día? Ellos como grupo parroquial ya tenían seleccionados a los niños, jóvenes y grandes, incluso vendrían mariachis a dar una serenata a ellas… Reconozco que me tomo por sorpresa y le respondí que no tenía ningún canto; entonces me dijo pues componga uno y lo canta no tiene opción; y así sin más pegó media vuelta y se fue… Me dije para mis adentro… Va! Vaya aprieto en que me veo ¿No sólo que tendré que cantar sino incluso componer…? Señor Dios mío si tu no me das una mano de allá arriba con la inspiración y la letra, será imposible. Y bueno ese mismo día, por la tarde, tuve la inspiración de la letra y la melodía musical; y la compuse de un golpe. Quiera Dios sea del agrado de todos; doy por descartado a mi madre (y familiares) que sí la hará emocionar. Desde aquella misión que la vengo cantando, pero lo cierto es que mi madre no se la he cantado nunca, ni sabe ella ni mi familia que existe este canto ¿porque? (ahora sí han sido los primero en escucharla). Porque notaba que le faltaba algo… las misiones me han llevado luego de Ecuador a Argentina; desde Argentina a Perú; del Perú a Tenerife España; y ahora a Granada; han paso más de 18 años… Pero por providencia de Dios aquí en esta zona de Andalucía he dado más con lo que tengo dentro del alma; es una melodía canción aflamencada, con raíz latinoamericana, la entiendo con tinte de marcha procesional; al modo como un misionero va marchando en sus paso por las misiones; y he tenido la gracia de cantarla solo en las montañas de Ecuador y Perú, y por eso suena en alguna parte una quena (instrumento de viento) del altiplano; igual suenan instrumentos de una banda musical con trompetas, oboes, tambores, platillos, piano, guitarra; etc. Al mismo tiempo pretende la canción ser un canto de agradecimiento a Dios por tanto bien recibido. También concibo en mi mente y en mi corazón, como en el peregrinar por las misiones el Espíritu Santo, hace florecer para nuestra buena Madre del cielo las rosas espirituales del santo Rosario. Al fin y al cabo los misioneros tenemos corazón frágil, somos de barro, pero el evangelio de Cristo es un fuego abrazador y nos despierta la poesía y al mismo tiempo nos convierte en poetas del Verbo Encarnado. Nos dice nuestro Señor Jesucristo ¡Id predicad el Evangelio a todas las naciones! Quiero agradecer a mis formadores por la filosofía y teología que me enseñaron; óptimos medios para dar conocer las verdades eternas; gracias por enseñarme a amar la Verdad. Un misionero es un mendigo del Rey eterno; desconfiados de sí absolutamente confiado absolutamente en la Divina Providencia; Dios nos ha trazado el camino de ruta, nosotros sólo lo debemos seguir con gran espíritu de fe. La canción tiene ritmo de marcha porque considero que cada uno de nosotros somos soldados y guerreros del gran Rey eterno; bajo su bandera militamos; y a todos queremos llevar, como decía San Francisco de Asís la paz y el bien del Señor. Canta al cielo un trovador; un peregrino, y un soldado del Rey eterno. Va a mi lado, haciendo resonar el re-vibrar del tambor el “invisible” el gran compañero del camino, el Santo Ángel Custodio. Y bueno debo agradecer a Eduardo Alcántara que ha hecho los arreglos musicales; y ha tenido gran paciencia para ir aceptando las sugerencias de instrumentos que me parecía debían escucharse; entre los dos hemos tratado de hacer la composición musical lo mejor que hemos podido. Ahora ya quedó listo el tema; esperamos sea del agrado de todos vosotros. ¡Ánimo y Fuerza! Arreglos musicales y grabación Eduardo Alcántara En la Santa Misa, el Santo Rosario y la bendición del Santísimo están, por gracia de Dios, todos presentes. Me encomiendo a sus oraciones. Con mi bendición Padre Héctor IVE